Me sumo al ruido, a la hojarasca especulativa que ha
generado el informe PISA. Así, describe
en su magnífico artículo, Francisco Javier Fernández Franco publicado por
Iniciativa Sevilla Abierta, el empeño de todos por opinar sobre el estado de la educación. El rigor de mis palabras no
es cuantificable en términos numéricos como el PISA, pero parte del rigor de la
experiencia.
¿Para cuándo un informe PISA de la Cultura?
La Cultura no tiene informe PISA.
La Cultura no tiene marea de ningún color.
La Cultura lo que
tiene es un naufragio.
Anoche, en el Teatro Central, me encontré con amigos de la profesión,
en el estreno de El Cartógrafo. Magnífico trabajo. El espacio escénico, grande,
inmenso, desnudo y dentro de él los dos actores. Lo disfruté mucho, me
emocioné, pero no pude evitar sentirme también una convidada de piedra junto a
tantos compañeros de profesión que anoche estuvimos allí.
Uno de esos amigos me comentó que estaba feliz,
porque finalmente se había hundido definitivamente, estaba feliz, porque ya se había
acabado la agonía de años. Por fin, había soltado la tabla que lo mantenía a
flote pero no le dejaba crear, trabajar, vivir, solo le permitía estar agarrado
a ella con las dos manos y respirar con el agua al cuello.
Decidió que ya esta…y soltó la tabla…
Esta puede ser la última escena del Titanic, pero no, es la
situación mía y de tantos profesionales en Sevilla, Andalucía y España.
El barco se hunde, pero los políticos y políticas azuzan a la
orquesta para que toque cada vez más alto, para que no se oigan los lamentos (¡hay
los artistas, siempre quejándose…!)
Ellos, los políticos y políticas ( me interesa visualizarlas a ellas también), hace ya tiempo
que abandonaron el barco y desde el puente de mando de sus agencias públicas y ministerios
,como en la película, ven de lejos como se van precipitando al agua uno, otro,
otro: compañías de teatro, danza, artistas plásticos, visuales, teatros,
orquestas, festivales, espacios de innovación artísticos, educativos, sociales….pero
ellos creen que están a salvo. No quieren entender que si nosotros desaparecemos, ellos también lo
harán. Si no hay cultura que gestionar, ¿qué hacer pues, con tantos gestores y administradores?
Soy profesional de las
artes escénicas y educadora infantil. Creé un proyecto artístico, Escenoteca. Siempre
me he empeñado en llegar a la educación desde el espectáculo y que mis espectáculos fueran
actos educativos. Unir bajo una formula
de trabajo arte y educación.
Todos estamos de acuerdo en que la Educación y la Sanidad son un derecho y
una necesidad para el buen
desarrollo de nuestros niños y
adolescentes. Solo hay que ver el revuelo que se ha levantado, por ejemplo en
Granada con los hospitales y a nivel nacional con el informe PISA.
¿Pasa lo mismo con la Cultura?
Se habla
actualmente de tantas culturas: la cultura clásica, la alta cultura, la cultura de masas, la cultura del vino, la
cultura del deporte, la cultura emprendedora, el turismo cultural, la cultura
gastronómica, la cultura del ocio…y por “goleada” se impone la cultura extensiva
de las grandes superficies, como en la agricultura y la ganadería; en Sevilla
por Navidad se inaugura en Plaza de Armas otro centro comercial, en 2.019 se
vuelve a batir otro récord y se va a abrir el centro comercial y de ocio más
grande de Sevilla en Palmas Altas.
¿Dónde está la Cultura?, así, sola, en
su rotundidad de palabra hermosa, plena de significados en referencia a la
infancia y a la adolescencia?
Muchísimos niños y niñas pasan su tiempo libre en los centros
comerciales, hacen la compra con sus familias y su tiempo de ocio esta en esos
lugares. Cultura extensiva de grandes superficies. Se les está negando u
ocultando el acceso a una Cultura(en mayúsculas) que alimente sus vidas y les haga crecer como
ciudadanos del mundo.
En este barullo, en esta hojarasca dialéctica que el viento arremolina, hay
que buscar nuevas Cartografías artísticas y sociales. Nuevas sinergias que
visualicen y reivindiquen las Artes como
un derecho y como una necesidad, como lo son la Educación y la Sanidad.
Las Artes deben estar en
la sociedad, en los colegios. Y tienen
que hacerlo como parte del proceso de crecimiento y
aprendizaje de los niños.
Un niño puede aprender
matemática a través de la danza contemporánea y de la música. Un adolescente
puede resolver conflictos a través del teatro terapéutico. A través de la narración oral pueden conocer su pasado y dilucidar su futuro, hacer
un recorrido transversal desde la etnografía, la literatura, las artes
plásticas. Pueden crear Arte y no solo
consumirlo. Pueden aprender a hablar en público, a saber expresar lo que
quieren y piensan. Pueden…Pueden hacer tantas cosas los Artistas y los Maestros
juntos.. Pero la Educación y la Cultura
Publica viven de espaldas la una con la otra.
Los profesionales tendrían, pero no se les deja, aportar su
experiencia a las administraciones.
Y la sociedad
tiene que exigir no solo el Pacto por la Educación que no acaba de llegar,
sino un Pacto por la Cultura y la Educación. Y para que los ciudadanos exijan este Pacto a los políticos que nos gobiernan, tienen primero que considerarnos necesarios,
ponernos en valor, descubrir realmente lo que hacemos, mas allá del estereotipo de las alfombras rojas y los photocall.
Ese es el arduo y apasionante camino que nos queda por
recorrer.
Hay que unir experiencias de buenas prácticas, experiencias
de éxitos académicos, de éxitos culturales, de éxito sociales. Experiencias de
asociaciones, colectivos, profesionales, personas físicas y elaborar un Protocolo, un documento de trabajo que se enriquezca con las aportaciones de
todos, mas allá de las opciones política de cada uno.
Y que a través de este documento la Cultura y la Educación entren,
de una vez por todas, a formar parte de la agenda
de nuestros políticos y políticas.
Fotografía de © J.C.Montoya
Imagen del espectáculo "Poemas para jugar a las casitas".
Festival Internacional de Música y danza de Granada.
Escenoteca.